Sumergirse en aguas termales es más que un regalo para los sentidos. Estas aguas medicinales que provienen desde el fondo de la tierra, traen consigo minerales y nutrientes de propiedades altamente curativas capaces de mejorar nuestra calidad de vida.
Los beneficios medicinales de las termas son reconocidas desde 1986 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), entidad que admite el tratamiento hidrotermomineral para afecciones metabólicas, musculares, articulares, cardiovasculares y reumáticas entre otras.
Sin embargo, el valor de las aguas termales no es algo nuevo. Los griegos, romanos, incas y antiguos pobladores de Japón sabían de sus beneficios, por esto es que se asentaban cerca de volcanes, donde en las profundidades de la tierra, el magma calienta el agua lluvia hasta convertirla en vapor que se eleva hasta la superficie nuevamente en forma de géiser o de agua caliente.
¿Pero para qué sirven realmente los baños termales?
El efecto más conocido de las aguas termales es su propiedad sedante, que reduce el estrés e induce el sueño en personas con problemas para dormir.
La sensación relajante de estas aguas se da no sólo por su temperatura, si no que también por sus altos niveles de magnesio.
Otro de los beneficios populares de las termas es su poder para tratar la rigidez de músculos y articulaciones, por eso es que muchos adultos mayores recurren a estas para mejorar su movilidad.
Estos baños calientes también aumentan la oxigenación del cuerpo, purifican la sangre, contribuyen a la eliminación de toxinas, mejoran la nutrición de los tejidos, incrementan el metabolismo y son anti inflamatorias.
¿Qué enfermedades pueden ser tratadas con baños de aguas termales?
- Enfermedades causadas por estrés.
- Problemas gastrointestinales crónicos.
- Problemas respiratorios leves
- Enfermedades crónicas de la piel.
- Enfermedades metabólicas como la diabetes.
¿Todas las fuentes termales tienen los mismos beneficios?
Existen distintos tipos de aguas termales clasificadas según los minerales que las componen.
- Aguas ferruginosas: contienen fundamentalmente hierro, por ende son buenas para personas con anemia y dolencias hepáticas.
- Aguas cloruradas: contienen cloro, lo que estimula las secreciones digestivas.
- Aguas con sulfuradas y sulfurosas: contienen azufre y son recomendables para tratar la psoriasis por sus propiedades antiinflamatorias.
- Aguas sulfatadas: además del azufre pueden incluir sodio, calcio, magnesio o cloro. Estimulan las funciones orgánicas, principalmente en el sistema digestivo.
- Aguas bicarbonatadas: con bicarbonato. Si se beben sirven para casos de acidez gástrica.