Las termas son fuentes naturales de agua caliente que brotan desde el fondo de la tierra y que tienen propiedades medicinales. Los beneficios de las aguas termales pueden incluir alivio del dolor y la inflamación, reducción del estrés y la ansiedad, y mejora de la circulación sanguínea. También pueden ayudar a tratar afecciones de la piel como el eccema y el acné, así como enfermedades respiratorias como el asma. La amplia variedad de beneficios que otorgan las aguas termales son reconocidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), sin embargo, es importante tomar en cuenta que también existen contraindicaciones.
¿Para quienes no se recomiendan las termas?
Las personas que tienen hipertensión, complicaciones cardiovasculares y renales no deben bañarse en aguas termales altas en sodio. Aquellas personas con hemosiderosis o hemocromatosis deben evitar las aguas con hierro, mientras que quienes tienen litiasis deben evitar las aguas con altos niveles de calcio.
Las personas que padecen de insuficiencias venosas como el síndrome hemorroidal deben evitar las altas temperaturas de las aguas termales. Así mismo, personas con determinados cuadros sintomáticos de enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple y el parkinson deben evitar el agua muy caliente.
Específicamente los baños de aguas carbogaseosas deben ser evitadas por personas que padecen de tromboangeítis subagudas (enfermedad de Bürger), insuficiencia coronaria aguda, infarto agudo de miocardio (IAM), HTA maligna y nefritis hipertensiva.
¿Se puede ir a las termas a cualquier edad?
No existen contraindicaciones en cuanto a la edad para disfrutar de un baño termal, sin embargo hay que tener en cuenta que algunos niños pequeños pueden ser muy sensibles a las altas temperaturas. En el caso de los adultos mayores, no es la edad lo que determina el riesgo, si no las enfermedades o afecciones que tenga la persona. En cuanto a las embarazadas, se recomienda tomar precauciones al comienzo y al final del embarazo, cuando puede haber más complicaciones.